Corrían los años 70 y el ácido lo hacía al galope por las venas de algunas luminarias. La música brotaba como brota el agua de un manantial; quiero decir, sin impurezas, sin añadidos. Como en este caso, en la inspirada y genial voz de Mrs Joni Mitchell (que además de cantar, toca así de bien una suerte de banjo). Siempre me ha impresionado esta mujer. Una superviviente de las riadas de convulsión e incomodidades setenteras. Aunque, sí, es cierto, era Canadiense y eso -hay que reconocerlo- da un marchamo peculiar. Posicionada política y socialmente en la izquierda, humanista, concienciada, excelente fusionadora de jazz, folk, pop, y qué sé yo qué más estilos sin despeinarse y dejando para los anales, pedacitos de mágia en forma de canción más propias de un relato de Dylan Thomas o de los sueños de Lewis Carrol que de la realidad agujereada y dislocada que a veces nos rodea. Quedarse uno se queda perplejo y sugestionado cuando se ven cosas como estas. Mu-si-ca, en ma-yús-cu-las y esdrújula. Algunas/os cantautoras/es de los tiempos que corren deberían sonrrojarse... Viva Joni Mitchel, Vi-Va!!! Xabier Dixit.

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