Fue una noche lluviosa en Washintong D.C. Nos pateamos la ciudad y por la noche, como teníamos mucho tiempo mientras no llegaba nuestro autobús para Nueva York, cenamos en un chino. En el postre llegaron las galletitas de la suerte. Qué bueno cuando leiste que te decía que serías una buena abogada... ¡Bebeee! (Horas antes en un templo budista de Chinatown, en Manhattan, un pequeño pergamino que pillaste de una cajita, te decía que "te cuidases de relacionarte con una persona que al final te acabaría decepcionando mucho"; recuerdo-con cariño- que tú me miraste y dudaste de mi, medio en serio, medio en broma). Qué recuerdos...

¡Ay, así es la vida!. Al final, uno se percata de que la suerte- sea ésta buena o mala- no suele coincidir con la sentencia de una profecía en una galletita o en un pergamino sino que la encuentra uno mismo cuando la busca -para bien o para mal-. La buena o mala suerte es cuestión de método. (Eso sí ¡Qué buena suerte la mía por tenerte a mi lado, alsemera!)





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1 comentario:

el universo se expande dijo...

!!Eres genial!! como reza la publicidad de una conocida marca
"I love it". Qué recuerdos aquel día, aquel viaje, nuestro primer viaje de "ultramar" que volvería a repetir sin cambiar nada; incluiría todo, perder el bus de washington a NY y estar allí alucinando contigo, despotricando contigo, riendo, filmando;los chinos, aquel hotel cochambroso, nuestros desayunos en busca de un café decente, el metro, el frío en brooklyn con aquellas vistas y tu abrazo al resguardarnos...todo,todo y ese beso al volver en el avión mientras yo cerraba los ojos y más, y más...El mundo nos espera bebé, y doy gracias (no a dios) de que un día cualquiera no hace mucho entraras a formar parte de mi mundo (y yo del tuyo), y de que crea que he encontrado a esa horma de mi zapato...A partir de aquí esta es la historia de un "amor de canto rodado"...QRCH